Hablar sobre la relación histórica con el agua para los Guajiros, y especialmente para las comunidades Wayuu, es hablar de escasez e incluso de carencia. Por décadas, las rutinas familiares y sociales tanto en los centros urbanos como en las zonas rurales han estado marcadas por la búsqueda, custodia y el uso prudente del agua. Incluso algunas migraciones a territorios distintos al de origen por parte de los Wayuu han estado influenciadas por la necesidad de acceder de manera permanente al preciado líquido, ubicándose con su llegada cerca de cualquier fuente que pueda proveer este elemento esencial para la supervivencia de las personas. Con gran añoranza y gratitud, muchos coterráneos recuerdan que los molinos que extraen el agua de las profundidades del suelo en innumerables rancherías, y que se convirtieron paulatinamente en parte inexorable del paisaje de los territorios de la media y la alta Guajira, fueron instalados en el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla, siendo La Guajira una intendencia en aquel entonces.
Es así como durante los últimos tres años, y bajo un esquema de trabajo colaborativo con las comunidades Wayuu, se vienen ejecutando en el marco de Guajira Azul múltiples proyectos para garantizar el acceso equitativo a agua potable, especialmente para el pueblo Wayuu. Los componentes técnicos, sociales y de infraestructura de la oferta institucional de Guajira Azul reconocen los retos de las zonas mayoritariamente rurales dispersas, en medio del semi desierto que compone el territorio ancestral dotado de significado, sitios sagrados y donde además converge una profunda relación en su cosmovisión y relaciones familiares.
Los módulos de pilas públicas, una solución innovadora y consciente de las características y tradiciones del territorio, son el punto de encuentro para hacer efectivo el derecho de acceder a agua potable con criterios de calidad, continuidad y cobertura. Estas obras que con decisión se vienen poniendo al servicio de las comunidades para impactar de manera significativa en su calidad de vida, se lideran desde el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio y el Viceministerio de Agua y Saneamiento Básico, a través de la Administración Temporal del sector Agua Potable y Saneamiento Básico de La Guajira.
Las pilas públicas se vienen constituyendo, además, en una extraordinaria oportunidad para impulsar las capacidades organizativas de acuerdo con las estructuras político-sociales y los liderazgos comunitarios existentes. integrando así un complejo esquema de aseguramiento que promueve la sostenibilidad de la prestación del servicio de agua potable mediante la conformación legal de asociaciones de usuarios integradas por jóvenes, mujeres y hombres Wayuu, quienes han asumido la gran responsabilidad de representar los intereses de sus hermanos. Todo esto enmarcado de acuerdo con lo consagrado en la Ley 142 de 1994, que contempla en el artículo 15 la posibilidad de que la prestación de este servicio público se dé por medio de asociaciones de usuarios en el marco de los esquemas rurales.
Actualmente, cuatro módulos de pilas públicas han iniciado operación entre los años 2019 y 2021 en los municipios de Manaure, Uribia y Maicao. Los módulos de pilas públicas son: Casa Azul en Manaure con seis pilas (Santa Rosa, Atapu, La Tuna, Porky, Arroyo Limón y Casa Azul); Wimpeshi en Maicao y Uribia con tres pilas (Wuimpala, Youruna, Yokorimana); Sararao en Maicao con cinco pilas (Sararao, Majayulumana, Masamana, Ulain y Orroko) y; por último, Amalipa en Maicao y Uribia con tres pilas (Amalipa, Sachikimana y Watchuapaa). De esta manera, en total, 261 comunidades, 5.661 familias y 25.706 indígenas Wayuu se benefician accediendo a agua potable gracias a los módulos de pilas públicas. Así mismo, pronto iniciará operación el módulo de pilas públicas de Romonero en Riohacha que cuenta con cinco pilas (Romonero, Anaralito, Toroky, Kaitimana y Paraíso).
Es por ello que resulta fundamental la creación de escenarios de diálogo, respetuosos del sistema de principios, valores y creencias del pueblo Wayuu y, que, realizándose en la lengua nativa wayuunaiki, se comparta la narración del impacto social que el acceso equitativo a agua potable viene generando sobre su calidad de vida, o, como se denomina en wayuunaiki “anasü tu kataakalüu oou” o “buen vivir”. De acuerdo con el Censo Nacional de 2018, 380.000 personas se reconocen a sí mismos como miembros de esta colectividad étnica ubicada en la península de La Guajira, cuyos conocimientos ancestrales han permitido su supervivencia tanto física como cultural. Es importante considerar que cualquier acción debe necesariamente plantearse desde los postulados del comunitarismo, el multiculturalismo y la interculturalidad.
La oralidad no solo es una herramienta de comunicación, se trata también de un aspecto esencial para su modus vivendi. No en vano, en el año 2010, el Sistema Normativo Consuetudinario – Sukua´ipa – Wayuu y la figura del Pütchipü´üi fueron declarados patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por parte de la UNESCO. Así, se logró que paulatinamente la acuciosa mirada científica e investigativa se posara sobre los procesos, procedimientos, rituales y figuras representativas que han generado la gestión de los conflictos a través del uso de la palabra como institución sagrada y herramienta de generación de conocimiento entre los Wayuu. Por ello el valioso apoyo de la Junta Mayor Autónoma de Pütchipü´üi, quienes han participado activamente como moderadores e intérpretes garantizado así el desarrollo respetuoso, comprometido y genuino con los objetivos y las finalidades de estos espacios.
Es así como los Wuinka Yootopülee o Círculos de Palabra realizados en las pilas públicas de Casa Azul y Sararao, han permitido escuchar los testimonios de los beneficiarios de estos módulos quienes con gratitud han compartido sus experiencias de acceso al servicio prestado por las organizaciones comunitarias Painwajirrawa Asaa Wuin (Juntos unidos por el agua) y Wuin Anasuü (Agua de calidad). Los testimonios han expuesto positivamente, entre otros aspectos relevantes, la disminución de enfermedades asociadas al sistema digestivo en infantes, el mejoramiento en aspectos físicos en los niños y las niñas relacionado con la decoloración del cabello, la reducción de salpullido y otras afectaciones de la piel, el mejoramiento del sabor y color de los alimentos como el arroz, la chicha, el yajaushi, las arepas y, finalmente, la disminución en la distancia recorrida y el tiempo empleado para la búsqueda del agua.
Próximamente se estarán realizando tres Wuinka Yootopülee en Amalipa, Wimpeshi y Romonero, con el mismo respeto y sentido de compromiso por el reconocimiento de los valores culturales del pueblo Wayuu. La participación ciudadana debe darse a partir de la reafirmación de los fundamentos esenciales y las particularidades de las comunidades étnicas, y esto fue justamente, lo que motivó la creación de estos espacios que promueven con decisión, el diálogo social con enfoque intercultural étnico wayuu de la mano con los miembros de las comunidades, en torno al agua como elemento natural, recurso valioso, servicio y derecho.