Edicion diciembre 1, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

A Juancho Rois Jr. se le cumplió el sueño del alma

Juancho Rois Dereix, recibió la corona de exaltación a su padre Juancho Rois
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Columnista - Juan Rincón Vanegas
Columnista – Juan Rincón Vanegas

Al llegar al encuentro sonrió y llamó la atención por sus 1.85 de estatura y su desbordada amabilidad. Sabía que llegaba a hablar del hombre que no conoció, pero de quien lleva sus mismos nombres y el primer apellido. Era de su padre Juan Humberto Rois Zúñiga, a quien todos conocieron como Juancho.

Juan Humberto Rois Dereix, dijo que estaba orgulloso de ser hijo de Juancho Rois porque su mamá Jenny Cecilia Dereix Guerra, le contó en detalle lo mucho que lo amó, y porque antes de nacer le había comprado regalos para recibirlo con todos los honores de un primogénito, a quien estando en la barriga lo llamaba ‘Mi mochito’. También expresó que conocía en detalle lo sucedido el 21 de noviembre de 1994, cuando el gran acordeonero murió en Venezuela.

En aquel momento su mamá tenía tres meses y unos días de embarazo, y cuando él nació, el seis de mayo de 1995, su primer juguete fue el acordeón que tuvo su papá, un diatónico, de dos hileras de color verde. Ese acordeón, y demás objetos los tiene bien guardados porque son recuerdos muy valiosos.

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Entrando en detalle Juancho Rois Dereix, expresó. “Gracias a Dios que con el paso de los años he tenido buenas relaciones con las amistades que tuvo mi papá, y además, mi mamá y mis familiares nunca me han negado nada. Conocí todo sobre su vida y obra musical. He escuchado los trabajos discográficos que grabó y observado la mayoría de videos. He sabido de sus parrandas, presentaciones y anécdotas”.

Juancho Rois en el Festival de la Leyenda Vallenata, año 1991
Juancho Rois en el Festival de la Leyenda Vallenata, año 1991

Hace una parada para llamar más recuerdos y continuó: “Todo lo de mi papá me despierta curiosidad, porque no tuve la dicha de conocerlo; a veces uno hace cosas que son hereditarias y las personas se sorprenden, especialmente ser dedicado, decir mentirillas piadosas y exageraciones con las comidas”.

Atrapado en la telaraña de las añoranzas indicó que admira muchas cosas de su papá, especialmente todo lo que le han narrado. “Destaco su sencillez, su humildad, su estilo para tocar el acordeón y el cariño de la gente. Así me lo hacen saber en cada lugar al que llego, especialmente en su tierra San Juan del Cesar”.

En medio de la charla se le hizo escuchar la canción ‘Gracias a Dios’, donde canta Diomedes Díaz y Juancho Rois interpreta el acordeón. Entonces hizo su propio análisis. “Su creatividad e imaginación eran innatas. Tenía un gran talento para innovar con el acordeón, cosa que en esa época pocos habían hecho. Incluso, muchos siguen y les gusta la línea musical que tenía mi papá”.

Juancho y el Festival Vallenato

Corría el mes de abril de 1991 cuando Juancho Rois decidió ir a Valledupar por la corona de Rey Vallenato. Sabía que se sometía a interpretar vallenato auténtico, pero en medio de la emoción y del respaldo del público asistente a la plaza ‘Alfonso López’ de Valledupar se le olvidó el compromiso.

Su hijo, habló sobre la versión que le han contado infinidad de veces y que él mismo ha visto en videos. “La presentación en la final del Festival Vallenato fue bárbara. Él, sabía lo que hacía, y cuando tocó la canción ‘Lucero espiritual’ se salió de los parámetros del concurso. Tocó a su estilo y eso era lo que gustaba. La gente dice que era el ganador, pero debe entenderse que en un concurso se debe cumplir el reglamento. Mi papá esa noche demostró una gran calidad humana porque le prestó su acordeón con la que ganó la corona, su amigo Julián Rojas”.

Juancho Rois hijo y padre, en la foto de Inteligencia Artificial que reactivó los recuerdos
Juancho Rois hijo y padre, en la foto de Inteligencia Artificial que reactivó los recuerdos

De igual manera, Juancho Rois Dereix, destacó la declaratoria a su papá como Rey Vallenato Vitalicio, que le hiciera el año pasado la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata. “Ese detalle fue un gran honor al recibir esa corona por todo lo que hizo mi papá. Estamos orgullosos de haber tenido un señor acordeonero, ese que nunca muere porque las notas de su acordeón son eternas”.

Al preguntarle por qué no siguió la línea musical de su padre, anotó. “La verdad es que tocar el acordeón no me llamó mucho la atención, pero el vallenato me encanta, me fascinan sus historias. Hace unos años yo empecé a tocar, pero me alejé porque pensé en la grandeza de mi papá, y seguramente me iban a comparar con él”.

De igual manera, se refirió a las canciones que interpretó su papá, y se quedó con varias que lo hacen emocionar. “Son tantas y tantas, pero me quedo con ‘Parranda, ron y mujer’, ‘El desquite’, ‘María Esther’, ‘Gracias a Dios’, ‘Gaviota herida’, ‘Paisaje de sol’, ‘Cuatro penas’, ’Déjenme llorar’, ‘La piedrecita’, ‘La contra’, ‘A un compadre’, ‘La gordita’, ‘El muñeco’, ‘El muerto borrachón’, ‘Lucero espiritual’, ‘El cóndor herido’, ‘La plata’, ‘Las notas de Juancho’, y naturalmente ‘Por qué razón’, dedicada a mí mamá”.

Juancho Rois Dereix, recibió la corona de exaltación a su padre Juancho Rois
Juancho Rois Dereix, recibió la corona de exaltación a su padre Juancho Rois

Hoy, ‘El Retoñito’, como lo llamó Diomedes Díaz en la canción ‘Aunque no quieran’, dice que tiene tantos y tantos recuerdos de su papá, entre ellos su cédula de ciudadanía y el diploma del colegio. También que siente su presencia cuando viaja de Montería donde vive, a San Juan del Cesar, y su abuela Dalia Zúñiga no se cansa de contarle historias y mostrarle fotos de ese Juancho que lleva en el corazón. “Ella, me besa, me abraza y soy ese hijo que ya no está, su segundo Juancho. Soy la locura para mi abuela”.

En estos tiempos de la Inteligencia Artificial, (IA), apareció virtualmente el acordeonero Juancho Rois Zúñiga, al lado de su hijo Juancho Rois Dereix. La fotografía es conmovedora y provocó una declaración salida del corazón. “Yo merecí conocer a mi papá, y si tuviera la oportunidad de hacerle una petición a Dios, es que me lo devuelva por unos segundos para que me dé el beso y el abrazo que me quedó debiendo cuando nací”.

Después de sus palabras las letras no tuvieron oficio porque la vida se detuvo en el pasado, las lágrimas nadaban dentro del alma, el recuerdo quedó tendido en el pensamiento y al tiempo se le olvidó contar los segundos del adiós.

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