La invaluable muestra de la colección de Gabo que pasó por Colombia

Llegué a la Biblioteca Nacional de Colombia una fría mañana de sábado añorando la soledad y el silencio que la fecha elegida me proveía. Llevaba soñando con este momento muchos días, desde que me enteré de la apertura de la exposición en la ciudad de Bogotá. Esperanzada en lo impactante que sería esta experiencia para mí, me sumergí en ella presintiendo que sería como resultó siendo, o probablemente muchísimo mejor de lo que imaginaba: reveladora, conmovedora, impresionante y totalmente alucinante.
El recorrido inició con información sobre la familia de Gabo. Desde su extenso árbol genealógico, hermosamente atravesado por sus ancestros guajiros y wayuu por el lado materno, que ponen la mira necesariamente en la península de La Guajira como el extenso territorio que se constituye en el escenario de la génesis de todo: La verdadera semilla del relato macondiano. Desde el municipio de Barrancas sus abuelos partirían para tener una vida nueva lejos del recuerdo de un duelo de honor, pero a donde irremediablemente sus padres profundamente enamorados y recién casados a escondidas de sus abuelos maternos el coronel Nicolás y la gran matrona Tranquilina, volverían para pasar su luna de miel. En aquella Riohacha de la década de los 20´s del siglo pasado, en la casa identificada con el número 5 – 37 de la calle tercera de Riohacha, sería concebido el más grande escritor colombiano quien poniendo en papel los minuciosos relatos que escuchó de sus ancestros en aquella casa situada geográficamente en Aracataca y marcada al mismo tiempo con la inimitable ambientación guajira. Gracias a ello para orgullo de todos, aquel escritor admirable ganaría el único Premio Nobel de Literatura recibido hasta ahora para un colombiano.

La ciudad de Bogotá y la majestuosa biblioteca fue entonces el lugar elegido para poner ante los ojos de los colombianos, esta preciosa exposición de objetos personales de Gabo que llegarían desde el Harry Ransom Center de la Universidad de Texas a la cuál fue llevada la colección original por decisión de su familia.

Los archivos sonoros fueron quizás, la grata sorpresa de este sendero que parece también una loable intromisión en la vida personal del escritor. Aunque gran parte de su vida ha sido relatada a través de las líneas escritas por sus biógrafos e incluso confesadas por él en su autobiografía en 2002, pasearse por entre los vericuetos creados por los curadores y museógrafos que hicieron posible el recorrido por los objetos que conservó durante su vida, es sin duda, un privilegio más que fascinante.

En cada paso de este recorrido, se profundizó aún más, en distintas etapas de la vida de Gabo, siendo uno de los más bellos elementos hallados, el bastón de palabrero que le obsequiara el antropólogo guajiro Weildler Guerra Curvelo, siendo en su momento destacado gerente del Observatorio del Caribe.

Entre recortes de periódicos, fotografías, elementos personales, algunos tesoros familiares, revistas, manuscritos, y variados elementos, uno se adentra en las distintas etapas de su vida y en su evolución como escritor. De la mano con mi hijo atravesé un alucinante viaje hace algunos meses, dándole a la sensible y entusiasta gabolatra que habita en mí, un pechiche merecido que Dios y la vida se encargaron de regalarme para sentir una sensación de felicidad y gratitud indescriptibles que aún atesoro como un valioso recuerdo.

Gracias a todos los que hicieron posible esta exposición. Felicitaciones a quienes participaron en este dedicado proceso que les obsequió a los colombianos una oportunidad invaluable y única de conocer un poco más de la vida pública, privada e incluso la secreta, del destacado escritor universal, que por algunos meses estuvo disponible en la extraordinaria Biblioteca Nacional de Colombia.







