Edicion octubre 29, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

La Tormenta Melissa y la Ñáñara de Petro: Un Huracán de Miedos y Memes

La Tormenta Melissa y la Ñáñara de Petro: Un Huracán de Miedos y Memes
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Columnista - Arcesio Romero Pérez
Columnista – Arcesio Romero Pérez

El Caribe colombiano está en alerta por la Tormenta Tropical Melissa, un fenómeno meteorológico que, según los expertos, tiene potencial de convertirse en huracán. Sin embargo, en los pasillos de la Casa de Nariño y en las tertulias políticas, se habla de otra tormenta, una más persistente y menos predecible: la que desata cada tuit, cada propuesta, y cada silencio del presidente Gustavo Petro. Y en medio de este ambiente cargado, ha resurgido con fuerza una palabra que encapsula el sentir de muchos, tanto a favor como en contra del Gobierno: la “ñáñara”.

La palabra “ñáñara” (o “ñáñaras” en plural) es un americanismo que, dependiendo del país, puede significar temor indefinido, repugnancia, comezón, o nerviosismo. En el contexto político colombiano, se ha convertido en la etiqueta perfecta para describir esa sensación colectiva de incertidumbre y desasosiego que produce la gestión del actual Gobierno. No es un miedo claro y definido, como el de un huracán categoría 5, sino esa picazón incómoda que se siente bajo la piel cuando se espera lo inesperado. Otras aplicaciones de esta palabra en política son:

La Ñáñara de la Oposición: El miedo a que el país se dirija hacia un “abismo” socialista, a que las reformas destruyan el sistema de salud o pensional, o a que el presidente se quede más tiempo del debido. Es una ñáñara con sabor a apocalipsis.

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La Ñáñara del Gobierno: El nerviosismo ante la lentitud de las reformas, la constante desaprobación de la opinión pública, o la posibilidad de que un escándalo inesperado (como la tormenta Melissa) desvíe la atención de los logros. Es una ñáñara con sabor a impaciencia.

Melissa, la Tormenta Perfecta para la Sátira

Y entonces, aparece Melissa. Una tormenta tropical que, al igual que la política colombiana, es errática, se mueve lento y amenaza con intensificarse. La metáfora es irresistible para el columnista satírico. ¿Señales del destino? ¿Es casualidad que una tormenta con nombre de mujer (y de canción de rock) amenace la costa Caribe justo cuando el Gobierno necesita un respiro?

La respuesta oficial: Mientras el IDEAM y la UNGRD dan reportes serios, uno no puede evitar imaginar al presidente Petro tuiteando sobre la tormenta, no para dar un parte de tranquilidad, sino para culpar al “capitalismo fósil” de la intensidad del fenómeno. O, peor aún, para proponer una “reforma climática” que obligue a las nubes a redistribuir el agua de manera equitativa.

El Vínculo Inesperado: La Ñáñara de la Tormenta

El verdadero punto de encuentro entre Melissa y la “ñáñara de Petro” es la incertidumbre. • Nadie sabe con certeza la trayectoria final de Melissa y nadie sabe con certeza el destino final de las reformas de Petro. Ambos son fenómenos que generan repelús y temor indefinido. La tormenta es la ñáñara de la naturaleza; la gestión de Petro, la ñáñara de la política. Y el ciudadano de a pie, el que tiene que lidiar con la lluvia real y la lluvia de noticias, se queda con la doble dosis de nerviosismo.

La sátira, en este caso, no es solo reírse, sino señalar la absurda coincidencia. Melissa pasará, dejando a su paso (esperemos que pocos) daños materiales. Pero la ñáñara de Petro, esa sensación de que algo grande e incierto está por ocurrir, esa picazón política que no se quita con ningún antihistamínico, parece ser el verdadero clima bajo el que vive Colombia. Solo nos queda una cosa: parapetarnos y esperar que, tanto la tormenta tropical como la tormenta política, tomen un rumbo menos errático. Y que la ñáñara, por fin, nos deje dormir en paz.

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