
La Guajira está llamada a convertirse en una potencia turística del mundo. Y no se trata de un sueño distante, sino de una meta posible que comienza a tomar forma gracias a la gestión decidida de sus lideres y al despertar de una nueva consciencia colectiva sobre el valor y la grandeza de este territorio.
El Gobernado Jairo Aguilar Deluque, ha comprendido que el turismo no se improvisa: se construye con estrategia, visibilidad y orgullo. Su participación activa en ferias internacionales ha permitido que la Guajira empiece a mostrarse ante el mundo con una identidad renovada. Hoy el nombre de nuestro departamento figura en los escenarios globales del turismo sostenible como sinónimo de diversidad, belleza y cultura viva. Gracias a su gestión, La Guajira ya no es vista solo como una tierra de potencial, sino como un destino que comienza a consolidarse
Por su parte, el Senador Alfredo Deluque ha mostrado que las grandes trasformaciones comienzan por la infraestructura. Su liderazgo en la Vía Perimetral de la Alta Guajira, desde los diseños hasta la ejecución de la primera etapa, representa un avance histórico. Sin vías no llega el desarrollo, y esta carretera es el eje estructural que conectara a nuestras comunidades con las oportunidades, el turismo y el progreso; esa vía es mucho más que asfalto: es la columna de vertebral del futuro guajiro.
Sin embargo, lo alcanzado hasta ahora debe ser solo el punto de partida. Durante años he sostenido que La Guajira necesita pensar su desarrollo con una visión de 20 a 30 años, y construir, con planificación y unidad, lo que he llamado la “Riviera Guajira”: un corredor turístico y cultural de clase mundial que una el sudeste, desde Palomino y la Sierra Nevada, hasta el desierto de la Alta Guajira, pasando por Cabo de la Vela, Taroa Punta Espada, y el sur de la Guajira.
Un recorrido donde el visitante viva una experiencia integral y autentica: el contraste de la montaña y el mar, el viento y el desierto, la sabiduría ancestral de las comunidades indígenas, Acordeón y música Vallenata y la calidez de nuestra gente. Esa es la verdadera esencia del turismo del futuro: un turismo que conecta culturas, conserva la naturaleza y genera bienestar.
Lecciones del mundo: La Rivera Maya
Hace apenas cuatro décadas, la costa caribeña de México era una franja casi olvidada. Hoy, la Riviera Maya es uno de los destinos turísticos más importantes del planeta. Lo lograron con visión, planificación e integración entre Estado, empresa privada y comunidad.
Allí se creó una marca unificada, se invirtió en vías, aeropuertos y servicios públicos, se diseñaron parques temáticos que mezclaron naturaleza, cultura y espectáculo como el famoso Xcaret, y se atrajo inversión extranjera bajo un régimen especial de incentivos. México entendió que el turismo debía convertirse en una industria de país, con beneficios directos para las comunidades locales.
La lección es clara: los destinos no nacen, se construyen. Y La Guajira tiene todo para hacerlo mejor, aprendiendo de los aciertos y de los errores de aquel modelo. Nuestra Riviera Guajira debe nacer bajo el principio de la sostenibilidad con identidad, donde el desarrollo no borre la cultura, sino que la exalte.

Hacia una Rivera Guajira sostenible, un compromiso de país.
Para hacer realidad esta visión, La Guajira debe convertirse en un propósito nacional, en compromiso de país articulado entre los niveles de gobierno. Se requiere una planificación integral que defina las zonas de desarrollo turístico, las de conservación ambiental y las de transición, bajo principios de sostenibilidad y ordenamiento responsable del territorio.
El Gobierno Nacional debe asumir la responsabilidad de realizar las inversiones estructurales: vías, agua potable, saneamiento básico y conectividad digital, y todo esto debe quedar incorporado dentro de los próximos Planes Nacionales de Desarrollo con cifras concretas en el Presupuesto General de la Nación. Solo así podrá garantizarse continuidad y financiación a los proyectos estratégicos que transformarán el territorio.
A la par, debe expedirse una ley, documento conpes, un plan especial, que establezca la Zona Especial de Desarrollo Turístico de la Riviera Guajira, articulada a un plan de inversiones públicas y con un régimen especial de exenciones tributarias e incentivos a la inversión privada nacional e internacional. Esto permitiría atraer capital para construir infraestructura hotelera, cultural y ecológica de primer nivel, bajo un modelo de desarrollo ordenado y con responsabilidad ambiental.
Los gobiernos locales deben acompañar con políticas de ordenamiento territorial y beneficios fiscales, y la academia debe asumir el reto de formar el talento humano que sostenga esta transformación. Cada colegio en la zona turística debe ofrecer una segunda lengua, el inglés, e incorporar formación en turismo, cultura y atención al visitante. Porque el turismo no solo se construye con cemento y carreteras, sino con conocimiento, hospitalidad y orgullo.
La Riviera Guajira debe concebirse como un proyecto integrador: que combine el turismo de naturaleza, el turismo cultural, el turismo de aventura y el turismo comunitario. Debe incluir rutas temáticas (del desierto, de la montaña, del viento, del mar y del arte wayuu), parques culturales inspirados en Xcaret donde se celebre la historia indígena, y espacios gastronómicos.
El componente humano es esencial. Todas las etnias indígenas, especialmente la nación Wayuu, deben ser protagonistas de este proceso. Ellos son la esencia espiritual y cultural de La Guajira. Su arte, su cosmovisión y su relación armónica con la naturaleza deben guiar este modelo de desarrollo. No se trata de que el turismo llegue a sus territorios, sino de que nazca desde ellos.
La Ruta del Acodeon: el alma del sur guajiro
Pero La Guajira no es solo un paraíso natural: es también música, tradición y sentimiento. En el sur del departamento late el corazón cultural que ha dado identidad a todo el país, todos sus municipios conforman la Ruta del Acordeón, donde la historia del vallenato se entrelaza con la vida cotidiana de sus gentes.
Allí nacieron los juglares que fundaron una herencia musical inmortal, las dinastías de acordeoneros que llevaron nuestra música al mundo y los compositores que convirtieron cada verso en poesía. Villanueva, el único municipio del planeta con cinco premios Grammy, y San Juan del Cesar, cuna de los más grandes compositores, son solo una parte de un sur guajiro que vibra con la misma melodía.
Este corredor cultural debe integrarse plenamente a la Riviera Guajira, porque el turismo que soñamos no es solo de paisaje, sino también de alma. La música, la gastronomía y la hospitalidad del sur son el complemento perfecto del desierto y el mar del norte.
Una esperanza que se construye
La Guajira tiene todo: sol, viento, mar, cultura, historia, talento y carácter. Pero lo más importante: tiene esperanza. Una esperanza que debe unirnos a todos; gobernantes, empresarios, academia y comunidades para construir una visión compartida.
Que, en los próximos veinte años, cuando el mundo hable de desarrollo sostenible, hable de la Riviera Guajira como el mejor ejemplo de cómo un pueblo que fue símbolo de olvido se convirtió en emblema de esperanza, orgullo y prosperidad.
Porque La Guajira no es un problema: es una respuesta. No es la periferia del país: es su horizonte. Y ese horizonte ya comenzó a brillar con luz propia.






