17. “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta”.
24. “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”.
Juan 7.
Las enseñanzas de Jesús vienen de Dios. Pero son pocos los que entienden sus palabras. Los judíos que habían visitado Jerusalén por la fiesta de los tabernáculos se quedan atónitos por los conocimientos de Jesús, ya que saben que Él no cuenta con alguna formación teológica formal. Hasta dudan de Él, acusándole de estar endemoniado.
Si hubiera alguien ignorante, engañado por las tinieblas y dominado por los espíritus inmundos, son ellos que niegan la divinidad de Jesús y lo tratan como un hombre más. Los que catalogan los milagros de Dios simplemente como un truco, y llegan a conclusiones precipitadas, pueden escuchar la Palabra de la verdad muchas veces, pero no recibirán la gracia de alcanzar la salvación.
Los judíos toman la ley y el día de reposo como un medio para llevar a Jesús a la muerte. Ellos sostienen que Jesús debe morir ya que ha quebrantado el día de reposo. Buscan ordenanzas de ley para acusar al Señor y sentenciarle a muerte en el nombre de la ley. Es una necedad tratar de vencer la justicia con la injusticia. Jesús toma como ejemplo la circuncisión para probar la legitimidad de sus obras. Los judíos consideraban muy importante el rito de la circuncisión, establecido antes del tiempo de Moisés.
A todo niño que tenía ocho días de nacido, ley circuncidaban aún si era día de reposo. La circuncisión beneficia a una persona en particular, pero Jesús bendice a todos los que creen en Él al sanar al hombre que había estado enfermo por treinta y ocho años. Sin embargo, cegados por la ira, los judíos no entienden la esencia de la ley e incurren en el pecado de condenar a Dios con la ley.
Dios revela Su voluntad a quienes confían en ésta y buscan obedecerlo. Las personas de fe pueden discernir la voluntad de Dios iluminados por la Palabra y conmovidos por el Espíritu Santo. El objetivo de las leyes es enseñarnos sobre la verdadera voluntad y la personalidad de Dios.
El fiel debe discernir la voluntad de Dios y juzgar con la justicia y no por la apariencia. Dios les guarde.
