
Uribia, la Tierra del Sol, clamaba por un cambio profundo, un renacer. Durante años fue un territorio azotado por la desidia: saqueo institucional, servicios básicos que no llegaban, abandono, una gestión que parecía distante, extraña al clamor diario de su gente Pero hoy ese clamor ha encontrado respuesta en un hijo propio, en un joven que llegó con la piel curtida por los vientos de la Alta Guajira, con el corazón puesto en su gente: Jaime Luis Buitrago García.
Jaime no heredó un municipio en paz. Encontró un Uribía devastado, sin horizonte claro, sin dignidad para muchos. Halló servicios básicos fallidos, infraestructura agonizante, profesionalismo ajeno, decisiones hechas sin respeto al territorio ni al sentido de pertenencia. Pero él decidió apostar por lo suyo: por su pueblo, por sus hermanos wayuu, por quienes han permanecido firmes bajo un sol implacable, muchas veces sin que se les viera ni escuchara.

Con juventud, con valentía, el alcalde Jaime Buitrago ha comenzado a reconstruir desde las ruinas. Ha puesto orden, gestión, alma. Ha apostado porque los profesionales que sí nacieron en Uribia sean parte del equipo de gobierno, que sepan de sus caminos, de sus veredas, de su gente. Ha decidido enfrentar la urgencia del agua potable, el saneamiento, la limpieza, los servicios básicos, y de los modos posibles ha ido dejando huella.

Se han visto sus gestos: una “Navidad histórica” donde entregó más de 50.000 regalos personalmente en las zonas rurales y en la zona urbana, recorriendo lo que muchos creían inaccesible. Ha sido el alcalde que no solo promete, sino que camina los territorios, reconoce las pistas aéreas de corregimientos como Puerto Estrella para pensar en desarrollo logístico, movilidad, oportunidad. También prioriza salud preventiva, como cuando Uribia fue escogida para el lanzamiento de la Jornada Nacional de Vacunación, reafirmando que los servicios esenciales deben llegar a todos.

No todo ha sido camino llano. Ha habido luchas, reclamos. Jaime ha exigido ante instancias nacionales cumplimiento de promesas, por ejemplo buscando que se liberen recursos comprometidos por la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), en lo que respecta al suministro de agua, enfrentando una crisis de carrotanques que dejó al descubierto la fragilidad institucional previa. La justicia ha fallado algunas de sus acciones —como una tutela declarada improcedente por parte de un juzgado—, pero ese impulso demuestra que no se conforma, que no acepta el silencio.

Lo admirable es que Jaime lo hace con la convicción de que el territorio importa, que la identidad importa. Es hijo de Uribia, educado aquí, sabe lo que significa no ser “de afuera”. Y eso le da una legitimidad profunda, un compromiso que no se puede fingir. Ha demostrado que el sentido de pertenencia no es mero discurso, sino fuerza transformadora.

reconocimientos locales de aceptación, de apoyo de la comunidad, de gratitud palpable,, porque Jaime está haciendo lo que muchos soñaban, lo que muchos decían que sería imposible: rescatar Uribía, devolverle vida, esperanza, dignidad.

Hoy Uribia brilla un poco más. Hay razones para mirar con orgullo, para creer que el mañana puede ser otra historia. Porque el buen gobierno de uno puede encender el optimismo de muchos. Porque cuando se ama la tierra, y cuando se gobierna para servir, no para servirse, el cambio se vuelve posible.

Le debemos aplausos a Jaime Buitrago. Y más que eso: le debemos respaldo. Que siga recibiendo voces que lo impulsen a ir más lejos, a seguir construyendo. Que no se agote en los obstáculos, que no lo amedrenten los pesares, que conserve esa llama que hoy ilumina Uribia. Felcitaciones y aplausos de pie alcalde, nos ha demostrado que valio la pena que usted aea hoy nuestro alcalde de su paisana. PlumaDorada
