Edicion octubre 5, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA
APRENDER DE ELLAS
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Columnista - Luis Antonio Gómez Peñalver
Columnista – Luis Antonio Gómez Peñalver

Quien lea este artículo pensando que trata sobre política o temas afines está en el lugar equivocado. Esta vez he decidido abordar un asunto mucho más relevante que nos involucra a todos: nuestra actitud colectiva y responsabilidad civil hacia el medio ambiente, así como nuestro compromiso con las futuras generaciones, a quienes no debemos negar la posibilidad de conocer lo que nuestros ojos han visto.

Desde hace varias semanas, he estado madrugando para caminar por una zona de playa en Ríohacha conocida popularmente como “el valle de los cangrejos”. Este lugar es simplemente espectacular, un digno paisaje de La Guajira, donde la flora, la fauna, el río Ranchería y el esplendoroso mar Caribe coexisten en armonía.

Desde que retomé esta maravillosa costumbre, que había perdido hace cuatro años debido a la llegada del COVID-19, he notado la disciplina con la que dos mujeres de aproximadamente 58 años caminan todos los días, a las 5:30 de la mañana, por la orilla de la playa, recogiendo basura que muchos irresponsables dejan tras sus parrandas y actividades nocturnas. Al observarlas, reflexioné que tenemos mucho que aprender de nuestras generaciones anteriores. Hoy en día, la ciencia de la psicología y otras disciplinas examinan las formas en que fueron criados nuestros padres, pero al ver comportamientos semejantes en estas dos mujeres, me pregunto quién tiene la razón: ¿la crianza del pasado o los estudios actuales sobre el comportamiento social humano?

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No tengo el placer de conocer a estas dos señoras; no sé su nombre y, tal vez por un poco de timidez, no he tenido la oportunidad de detenerme a conversar con ellas. Sin embargo, a pesar de no conocer su origen, intuyo que poseen virtudes excepcionales, como el ejemplo cívico. Seguramente son “riohacheras”, el gentilicio de aquí, y quizás actúan, así como una forma de agradecer a su ciudad. Pero considero que el análisis debe ser más profundo. En las semanas que he caminado a esa hora, no he visto a jóvenes replicar esta acción, ni a miembros de la empresa encargada de limpiar las calles de la ciudad cumpliendo esta noble tarea.

Este artículo no solo rinde homenaje a estas honorables damas, sino que busca generar una reflexión sobre nuestro comportamiento en relación con la protección del medio ambiente y el desarrollo de la actividad cívica. Es esencial entender que nuestro compromiso trasciende nuestras vidas individuales y no se puede relegar únicamente a quienes nos gobiernan, como si fueran seres sobrenaturales capaces de resolver todos los problemas de la sociedad. Cada uno de nosotros es responsable de aportar nuestro granito de arena para colaborar en la preservación del medio ambiente.

La Convención RAMSAR, firmada en 1971 en Ramsar, Irán, destaca la importancia de los humedales, como el Valle de los Cangrejos, para la conservación y uso racional de los recursos hídricos. Este tratado promueve tanto la cooperación internacional como acciones locales para proteger estos ecosistemas vitales frente a la sequía y el cambio climático en regiones como La Guajira. Por su parte, la SiB Colombia (Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia) señala que La Guajira alberga 5,645 especies, de las cuales 177 son endémicas, muchas de las cuales dependen de ecosistemas como el Valle de los Cangrejos. Los manglares y humedales de esta área son hábitats críticos para crustáceos, aves y peces, y su conservación es esencial para mantener la riqueza biológica de la región.

En La Guajira, existen municipios como Uribia y Manaure que se encuentran al borde del colapso sanitario, siendo el primero el más crítico debido a una excesiva contaminación por residuos sólidos. Es fundamental que el concepto de responsabilidad cívica ambiental sea asumido por todos; no podemos pensar que la solución recae únicamente en las autoridades o en quienes tienen el contrato de recolección de basura. Se trata de un asunto colectivo, porque aunque las basuras sean recogidas eficientemente, si la ciudadanía no mantiene principios ambientales y cívicos, el caos sanitario persistirá.

Sería maravilloso que nuestros nietos pudieran disfrutar del hermoso paisaje que día a día existe en el valle de los cangrejos, donde los pescadores salen temprano a buscar el sustento para sus familias, mientras los estudiantes de La Divina Pastora y otros centros educativos se dirigen a sus destinos, las aves pescan para alimentarse, y el sol sale sobre el río Ranchería que lleva sus aguas al mar Caribe, todo esto en un solo lugar.

El ejemplo que nos brindan diariamente estas dos señoras merece ser reconocido y ampliamente difundido, para que todos comprendan la importancia de una crianza responsable, llena de valores y principios, que caracterizó a la generación que muchos llaman cariñosamente “la vieja guardia”. Generación a la que, si Dios nos bendice y nos otorga salud, podremos orgullosamente pertenecer en unos 17 o 20 años. Ríohacha, Maicao, Manaure y, especialmente, Uribia, necesitan más personas con la misma actitud de estas mujeres. Ojalá en La Guajira existieran miles como ellas.

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