Edicion agosto 27, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

La escuela desarmada ¿Dónde quedó laresponsabilidad de la familia en la educación?

La escuela desarmada ¿Dónde quedó laresponsabilidad de la familia en la educación?
Publicidad

Comparte

Columnista - Delia Rosa Bolaño Ipuana
Columnista – Delia Rosa Bolaño Ipuana

El aula entre la espada y la pared

La educación en Colombia y en gran parte del mundo atraviesa una crisis silenciosa pero profunda. Hoy, maestros y maestras se encuentran entre la espada y la pared: educar en valores, respeto y amor, mientras la familia, que debería ser la primera escuela, abdica de su responsabilidad.

El docente de antaño era una figura respetada; hoy aparece como un actor desprovisto de autoridad. No puede alzar la voz, no puede reprender, no puede ejercer disciplina, porque inmediatamente la ley, las normas o las instituciones de protección lo desarman. Mientras tanto, los estudiantes sí gritan, insultan, agreden y hasta golpean. ¿Cómo puede florecer la educación en este terreno árido?

Publicidad

La familia, la primera escuela

Es urgente recordar que la primera responsable de la educación es la familia. No el Estado, no la escuela, no el maestro. Allí, en el hogar, se siembran los valores o se cultivan los vacíos. Un niño que crece en medio del abandono, el maltrato o la indiferencia llega a las aulas con una rebeldía que ningún discurso pedagógico puede apagar.

El problema no es únicamente de currículo o de metodologías modernas. El problema es de raíces: ¿qué valores se siembran en casa?, ¿qué ejemplo dan los adultos?, ¿dónde quedó el compromiso de formar hijos responsables? Hoy, mientras se entregan subsidios, apoyos y beneficios, muchos padres se han desligado aún más de su rol.

Una escuela técnica, menos humana

Otro de los síntomas de esta crisis es que la educación se ha vuelto más técnica que humana. Se cumple horario, se cumplen indicadores, se entregan resultados en papel, pero se pierde la esencia: formar personas.

La jornada única, que prometía más oportunidades, en muchos casos se convirtió en un espacio vacío. Los estudiantes cumplen horas, comen, pero no siempre aprenden ni se transforman. ¿De qué sirve una educación “completa” en tiempo, si no es completa en sentido?

¿Quién responde?

Cuando ocurre un conflicto, cuando un estudiante agrede, cuando se vulnera la autoridad del maestro, todos los entes aparecen: Bienestar Familiar, Policía de Infancia y Adolescencia, Secretaría de Educación… Pero siempre hay un señalado: el docente.

¿Por qué no se responsabiliza también a los padres? ¿Por qué no hay seguimiento a las familias que incumplen con su deber de orientar? ¿Por qué el sistema parece más interesado en defender derechos que en exigir deberes?

Una invitación a la reflexión y la acción

La educación no puede seguir siendo un campo de batalla donde los maestros luchan solos y desarmados. La responsabilidad debe compartirse:

•     La familia debe retomar su rol de primera escuela, acompañando, guiando y formando.

•     El Estado debe revisar leyes y políticas que han debilitado la disciplina y la autoridad.

•     Las instituciones deben actuar no solo cuando ocurre el desastre, sino en la prevención.

•     La escuela debe proyectarse hacia la comunidad, formando en lo académico, pero también en lo humano.

Si queremos una educación de calidad, debemos recordar que el conocimiento no se siembra en tierra árida. Es hora de unir voluntades, de devolverle al maestro el respeto y la autoridad, y de exigirle a la familia lo que le corresponde.

La educación no es un acto solitario, es un pacto social. Hoy, ese pacto está roto. Y mientras la sociedad no lo repare, seguiremos viendo aulas vacías de respeto y jóvenes llenos de vacíos.

La escuela no puede seguir siendo la única que cargue con esta cruz. Porque educar no es solo tarea del maestro: es responsabilidad de todos.

Publicidad

úLTIMAS NOTICIAS

Noticias Más Leídas

Publicidad
Publicidad