
2. Habló Dios a Moisés y le dijo: “Yo soy Jehová”.
6. Por tanto, dirás a los hijos de Israel: “Yo soy Jehová. Yo os sacaré de debajo de las pesadas tareas de Egipto, os libraré de su servidumbre y os redimiré con brazo extendido y con gran justicia.
7. Os tomaré como mi pueblo y seré vuestro Dios. Así sabréis que yo soy Jehová, vuestro Dios, que os sacó de debajo de las pesadas tareas de Egipto”.
Éxodo 6.
No se puede comparar a Dios con ningún ser en este mundo. Como no existe ningún ser superior que demuestre evidencias de existencia divina, Dios no tiene necesidad de manifestarse ante la creación. Su atributo de omnipotencia debe ser suficiente para nosotros. Sin embargo, Israel no pensaba así. Ellos no creían que Dios era Todopoderoso. Porque creían que si Dios tenía todo el poder, entonces, debía anular todo plan maléfico del faraón.
Dios no se entristeció por esto. Antes bien, declaró que los acontecimientos futuros harían que Israel conozca la voluntad de Dios y crea en Él. Les prometió manifestar obras que mostrarían evidencias de Su poder. Aquél que existe por Sí mismo, y que obra por medio de Su creación, se manifestará ante los hijos de Israel para ayudarles a que puedan creer en Él.
Todos los cristianos que sentimos con el corazón de Dios, tenemos una gran pasión en lo más profundo de nuestro ser. La pasión es lo que nos impide rendirnos con facilidad. No nos motiva la codicia egoísta, sino la disposición para aceptar los desafíos con honestidad. El pueblo de Israel había perdido toda esperanza de lograr el éxodo. Estaban tan agobiados por las cargas del trabajo diario, que no podían pensar en su libertad. Aun Moisés había abandonado el sueño de salir de Egipto.

Pensaba que si no podía convencer a los hijos de Israel, menos iba a hacerlo con el faraón. Sin embargo, Dios no se rindió. Le ordenó a Moisés ir al faraón y anunciar Sus palabras. La pasión y el amor de Dios no retroceden jamás. Aun cuando todos estén desanimados y bajen los brazos, nuestro Dios Todopoderoso sigue actuando.
Todo camino por el cual Dios nos guía, es un éxodo. Dios no desea que entremos a Egipto, que representa al mundo; quiere que nos libremos de ello, y vivamos como Su pueblo en la tierra de Canaán, que representa el territorio espiritual de Dios. No hay transigencias en el éxodo. Aunque el faraón se resistiera, aunque el pueblo de Israel no aceptara la palabra de Moisés, aunque el siervo fiel de Dios, Moisés, fallara, el plan y la voluntad de Dios no cambiaron. Dios es Dios. Él completa Su gran obra. Dios sustentó a Moisés. Aunque fracasemos en el trabajo de Dios y nos decepcionemos, debemos mantener nuestra mirada en Dios y sólo en Él, hasta el final.
Tenemos que conocer a nuestro Dios que es sincero, y nos toma fuertemente con Su brazo poderoso. No nos debemos rendir, pues tenemos que seguir adelante con fe. Así podremos ver cómo se cumplen los planes de Dios para con nosotros.
Tenemos que saber que Él es nuestro Dios Jehová, al conocer Su extraordinaria historia de salvación. Dios les guarde.