26. “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho”.
Juan 14.
Mientras que Jesús permanece con sus discípulos, es su Maestro. Pero, después de su partida, vendrá la era del Espíritu Santo, el Consolador; y Él será su Maestro, porque les enseñará todo lo referente a las cosas espirituales. Como Jesús ha dado a conocer la voluntad de Dios, así también lo hará el Espíritu Santo. Él nos ayudará a comprender las palabras de Jesús, para obrar en nuestra vida.
El Espíritu Santo es también un intérprete correcto de la Palabra. Jesús ascendió a los cielos y no podemos verle con nuestros ojos; pero no tenemos de qué preocuparnos, ya que tenemos dentro de nosotros, al Espíritu Santo que nos enseña y nos ayuda a interpretar correctamente el mensaje del Salvador.
Jesús interpreta el sentido de su partida (muerte) y señala que este no puede ser motivo de temor o de aflicción para sus discípulos. Luego, les anuncia la paz (Shalom), una paz que viene solo del Creador y que el mundo no nos puede dar. La muerte de Jesús y el advenimiento del Espíritu Santo son motivo de regocijo para los verdaderos discípulos sabiendo que son necesarios para la salvación.
Jesús anuncia todas estas cosas para que sus discípulos entiendan el sentido de su muerte y crean en Él. Pronto, será colgado en la cruz y morirá, pero esto no significará una derrota ante Satanás. La crucifixión es el resultado del amor y de la obediencia por el Padre, el cumplimiento de su llamado. Es el deseo de Jesús que el mundo entero entienda esto.
Gracias a que Jesús nos envió al Consolador, el Espíritu Santo, se abrieron para el mundo entero las puertas de la salvación que estaba limitada en la región de Palestina en el siglo I, superando así el tiempo y el espacio. De esta manera, el Espíritu Santo logra la universalidad de la salvación. Además, Él mismo nos permite comprender correctamente todo el ministerio que realizó Jesús y sus palabras. Así, el espíritu de Emanuel permanece para siempre con nosotros y nos ayuda a servirle a Cristo como nuestro Señor.
Cuando nos gobierna el Espíritu Santo, alcanzamos la fe para vencer al mundo. Por eso, es importante obedecer a la soberanía de Jesús llenos de su Espíritu y hacerlo todo con Su poder, para convertirnos en verdaderos testigos que transforman al mundo.
Si tenemos al Espíritu Santo en nosotros, podemos comprender la Palabra y las obras de Jesús con claridad, y también podemos vivir como testigos. Dios les guarde.
