En alguna ocasión, un expresidente de la República, me invitó a tomarme un tinto para charlar sobre el sector agropecuario del país. Cuando entré a su Despacho, me soltó a quema ropa la primera pregunta. Si usted fuera el ministro de Agricultura, ¿cuál sería su plan de acción ?
Como me gusta explicar las cosas con analogías, le respondí al expresidente que los ministros de Agricultura deberían ser como los médicos, que antes de emitir un diagnóstico y formular a un paciente, le practican una series de exámenes médicos y de laboratorios. Posteriormente, realizan unos controles para saber cómo evoluciona la salud de su paciente.
En el ministerio de Agricultura, debía ser la misma vaina. Los ministros deben ser funcionarios con mucha experiencia, con vasto conocimiento del sector y de los dolores del campo. Uno como ministro, debe estar consultando los censos y mediciones constantes que efectúa del Dane sobre el sector, para poder formular la política pública. Si el Dane dice que, más del 80% de los productores del campo, no cuentan créditos bancarios, servicio de asistencia técnica, maquinaria y sistemas de riego, lo lógico, es que, el ministro de Agricultura, formule una política agropecuaria para sanar todos esos dolores del campo y posteriormente hacer medición del impacto de sus decisiones en la rentabilidad y competitividad de los agro negocios.
Enseguida me soltó la segunda pregunta. ¿Cómo lo haría? Le dije que con pragmatismo, determinación y sentido común de las cosas. Si el diagnóstico revela que los dolores del campo están en los 600 municipios con menos de 20 mil habitantes, pues, hay que instaurar en las Escuelas Rurales de esos municipios, un programa de buenas prácticas agrícolas para enseñarles a los estudiantes de último grado y productores del campo, buenas prácticas agrícolas. Es decir, enseñarles a plantar semillas GM, hacer test de germinación, regular sembradoras, instalar riego, sembrar en época adecuada con la densidad y profundidad correcta, eliminar malezas y rotar cultivos. Rematé diciéndole que la mejor medicina que puede recibir un pequeño productor del campo, es la transferencia de conocimientos y tecnologías, para que puedan desarrollar agro negocios rentables.
Lógicamente, para lograr este propósito, hay que realizar una cirugía de liposucción para eliminar el exceso de grasa de burocracia que tienen las entidades que ejecutan la política del ministerio de Agricultura, (ADR, ANT, AUNAP, URT, ART, UPRA, ICA, BMC, AGROSAVIA, FINAGRO y BANCO AGRARIO), sacarlas de la zona de confort en Bogotá y llevarlas a los territorios, que es donde están todos los productores del campo. Lo ideal, es que, este combo de entidades, estén integradas en cada una de las regiones Caribe, Pacífica, Andina, Orinoquía y Amazonía, prestando sus servicios.
Con este nuevo modelo institucional de desarrollo productivo, lograríamos en el corto plazo, un crecimiento exponencial de la superficie, productividad y exportaciones agrícolas del país. Además, comenzamos hacer el urgente relevo generacional del campo con jóvenes emprendedores técnicamente más competentes y empoderados. A lo anterior, súmele, el impacto positivo que tendría la economía en aproximadamente 10 millones de habitantes en esos 600 municipios rurales. En la próxima columna, les cuento el resto de la charla.