Edicion noviembre 23, 2024
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Fonseca, las nuevas elecciones no son por la democracia, es la representación del hambre por el poder

Comisión escrutadora departamental de La Guajira decidió repetir las elecciones a la Alcaldía y Concejo de Fonseca

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Columnista- José Armando Olmedo Avila.
Columnista- José Armando Olmedo Avila

La convocatoria a nuevas elecciones en el municipio de Fonseca, La Guajira, tras los disturbios que intentaron detener el proceso electoral, es un trágico episodio que deja al descubierto las fisuras en nuestro sistema democrático y resalta la ambición desmedida de algunos actores políticos.

Es innegable que los acontecimientos del 29 de octubre de 2023 marcarán un antes y un después en la historia electoral de Fonseca. El vandalismo desatado durante ese día, que incluyó daños a los tarjetones electorales, ultrajes a personas, destrucción de la infraestructura escolar e incluso actos violentos contra las fuerzas del orden, no solo constituyen crímenes graves sino una afrenta directa a los principios fundamentales de la democracia.

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La población exige respuestas y busca a aquellos individuos que, de manera consciente, perpetraron estos actos de violencia. ¿Dónde están ahora? ¿Están los responsables intelectuales negociando bajo bambalina cómo repartirse el poder una vez que logren sus objetivos? Estas preguntas subrayan la urgencia de identificar y sancionar a los culpables, tanto materiales como intelectuales, para que la justicia prevalezca.

Fonseca se encuentra al borde de la incertidumbre, sumido en la interinidad que tantos daños ha causado a la vida administrativa del departamento de La Guajira. La polarización extrema, que parece buscar una alianza entre fuerzas políticas tan dispares como el agua y el aceite, no augura un futuro prometedor. ¿Qué intereses realmente impulsan a estos actores? La percepción es clara: el poder prevalece sobre el bienestar del pueblo, están dispuestos al todo por el todo.

El hambre de poder ha dejado en el ambiente político la posibilidad de que se pueda dar una coalición entre extremos. Este escenario político impensables en el pasado, tienen con las posibilidades de unión a la hasta hace unos meses denominada, como extrema izquierda y se alinee con la extrema derecha. Personas que en pasado se han dicho de todo lo que el lector se pueda imaginar, de manera publica y privada, hoy están muy cerca de unirse. Este escenario, que trae los problemas nacionales a lo local. No parece importarles el pueblo ni la estabilidad, están dispuestos a todo con tal de alcanzar sus objetivos politiqueros.

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Respetar la democracia es, en esencia, respetar la paz. Los vándalos que atacaron la democracia en Fonseca le dieron una bofetada a cada uno de los ciudadanos que salieron a votar con la esperanza de construir un futuro mejor. El 29 de octubre de 2023 quedará grabado como el día en que estos individuos repudiaron la paz y la estabilidad en el municipio.

Los responsables materiales de estos actos deben rendir cuentas, y sus acciones no pueden quedar impunes. Pero también es vital identificar a los responsables intelectuales, aquellos que planearon y dirigieron estos disturbios. ¿Están negociando su regreso al poder mientras la atención pública se desvía hacia la convocatoria de nuevas elecciones?

¿Quién asumirá los costos de una nueva campaña electoral? Los ciudadanos se preguntan quién pagará los tarjetones, la logística, la publicidad y otros gastos asociados. Estos recursos escasos podrían haberse destinado a necesidades esenciales como llevar mercados, pagar a docentes oconstruir vías. En lugar de ello, un grupo de vándalos decidió dañar todo cuanto existe, dejando a la comunidad con las consecuencias.

La justicia, con la evidencia recopilada en los videos, debe actuar con firmeza. Estos individuos deben asumir sus responsabilidades. Unos cuantos bandidos no pueden echar al municipio a su suerte. Colombia es un país de derechos y con instituciones robustas, y los participantes en contiendas políticas deben respetar los principios fundamentales de la democracia.

El hambre de poder, evidenciado en la manipulación de la población con acusaciones infundadas, no solo daña la estabilidad política, sino que también divide a comunidades enteras. Pobres peleando contra pobres, familiares enfrentados, todo por el interés mezquino de algunos políticos. Es momento de que la justicia actúe y que la sociedad se una para preservar la democracia y restaurar la paz en Fonseca.

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